miércoles, 6 de enero de 2010

Siempre hay dos Agostos.

Y Dios lo hizo morir durante cien
años y luego lo animó y le dijo:
-¿Cuánto tiempo ha pasado?
-Un día o parte de un día- respondió.
(Alcorán)



Siempre hay dos Agostos.

Capítulo I

El otro día reflexionaba con Carlos Antanucci acerca de los meses del año. Existen muchos meses con personalidad propia, como abril, septiembre, diciembre, incluso enero. Intentábamos poder incorporar a ese listado un mes más y darle identidad y peso propio. Pero esta no podía ser una decisión caprichosa. Jugando, como casi todo lo que se hace en la vida, nos planteamos el interrogante de cuál era el peor de todos los meses del año. Rápidamente nos detuvimos en agosto.

Si quisiéramos, podríamos decir que es el mes más alejado de las vacaciones de verano pasadas y por venir. También podríamos señalar que es uno de los meses más fríos del año. Un argumento histórico podría ser que fue en agosto cuando se lanzó el único ataque atómico de la historia de la humanidad contra Nagasaki e Hiroshima. Pero no, cualquiera de estos argumentos resulta baladí para sostener esta teoría. Al margen de toda esa data, recordé a Vanina. Y fue a partir de esa historia que comenzamos a descubrir que siempre hay dos Agostos.

Por estos lares del mundo, agosto es un mes donde la gente se guarda, el clima vacía las calles, y las cosas empiezan a suceder y a tejerse puertas adentro. Estas condiciones, hacen de agosto el mes ideal para abrir caminos, para desdoblar apuestas casi como si las personas e historias se trataran de cartas en una partida de Black Jack. Para quienes nos gustan un poco los naipes, sabemos que cuando en el Black Jack las dos primeras cartas suman 10 u 11 puntos el crupier nos da la posibilidad de abrir el juego y empezar a transitar por dos mundos paralelos, dos partidas diferentes a la vez. Eso es agosto, pero con personas en lugar de cartas y desde la fría y secreta intimidad que ofrece el invierno.

Capítulo II

La sola idea de que algo pueda tener dos caras, y que una de esas sea claramente oculta, es un episodio que nos pareció por lo menos peligroso. Los agostos ficticios tienen ante todo una riesgosa condición, una vez que se ingresa en ellos, jamás sabemos en que mes nos tocará salir. Este paralelo mes ficticio puede durar varios meses, quizás hasta años.

¿Pero quién puede resultar realmente culpable en agosto? No somos nosotros, es el mes, la coyuntura, los vidrios empañados por dentro y por fuera. La soledad, el frío y las preguntas que nos caen como escarcha y nos obligan a pensar que otros agostos son posibles sin importar la dicha del que nos toque en suerte.

Es un mes que escapa a los reproches. Prescinde de la honestidad, pero también de las explicaciones. En agosto, todos engañamos, pero también todos somos engañados. Todos creemos en circunstancias que en realidad tienen otro sustento, otra imagen, y hasta a veces otro nombre. Transitamos convencidos por caminos que no están asfaltados, ni tienen luz, ni contorno, de pronto ni gente y finalmente ya ni camino.

Agosto tiene el misterio de los secretos que quizás nunca se conozcan. Sin embargo, en algún momento, siempre existe alguien que descubre que la tierra gira alrededor del sol. Que los personajes de Roberto Gómez Bolaños en su famosa tira Chespirito unánimemente comienzan con la CH. O bien, que “Siempre Hay Dos Agostos”.

Capitulo III

Para desnudar un misterio no alcanza con una teoría. Este no es un relato, esta es una investigación.

En lugar de Vanina, podríamos hablar del secreto de Laura hacia José, que este descubrió recién 6 años después. Sin margen de error logramos ubicar este episodio en el mes de agosto. También podríamos citar el famoso caso Heredia, el chico de 12 años que desapareció dos semanas y tuvo a todo Pergamino en vilo buscándolo, cuando en realidad Matías sólo se había escondido en una casa abandonada, viviendo del agua potable y de la extensa provisión de galletitas y golosinas que había llevado. Obviamente todo sucedido en el mes de agosto. Fueron 14 días, el mismo tiempo que tardó Matías en leer “Sandokan, el tigre de la Malasia”.

Los casos que recaudamos son innumerables, pero los primeros, los que iniciaron esta sospecha ahora devenida en teoría, fueron dos. Por un lado, mi historia con Vanina, y por otro lado el gran secreto oculto en la vida de Carlos Antanucci.

Capítulo IV

Carlos es profesor de historia del arte, tiene dos hijos y un Fiat 147 muy bien cuidado. Siempre sospeché que sólo un ser muy especial podría cuidar demasiado a un 147. Diría que es un tipo más bien grandote, de cejas tupidas y que no se caracteriza por derrochar ni efusividades ni gesticulaciones ampulosas. Siempre bien afeitado, al ras, y portando el mismo peinado de cuando lo conocí hace ya más de 10 años, todos los cabellos hacia atrás, pero sin gomina. Nunca le pregunté, pero sospecho que hubo un tiempo donde tenía el pelo largo o un flequillo prominente, porque cada vez que se pone nervioso repite el mismo gesto anacrónico de llevar su mano hacia la frente para acomodar un mechón de pelo que ya hace años dejó de existir.

Si tuviera que decir alguna característica sobresaliente de Carlos, una sola cosa, esa sería que nunca le conocí secreto alguno. Jamás. Un secreto generalmente va acompañado de una trampa, un engaño, lo inconfesable, lo que nos averguenza o si no, lo que no nos conviene contar, ya sea por pudor o por intereses propios.

Fue en Agosto. El año: 1987. Antanucci nunca le había mencionado ni a su mujer ni a nadie lo que esa tarde-noche había sucedido.

Después de haber escuchado la confesión de Carlos, una y otra vez, comprendí que nadie es ejemplo. Si hasta Carlos tenía secretos incontables para ocultar, entonces qué nos quedaba al resto de nosotros.

El pecado, como el progreso, a veces sólo es una cuestión de oportunidades. Sí. Quizás sólo se trate de las oportunidades que nos cruce el destino para tropezarnos con el deseo de lo inconfesable, el fruto rojo de lo prohibido, lo que no se puede hacer y ni siquiera pensar.

Es claro, nadie parece estar exento de visitar los pasillos del infierno al menos una vez. Nadie. Dante Alighieri escenificó mejor que ninguno está apocalíptica sensación. Para él existía una sola persona no merecedora del Averno. Ese ser era el gran poeta Virgilio que representaba la nobleza y el virtuosismo, dos aspectos que lo salvaguardaban de penetrar las oscuridades del mal. Pero Dante entendió que incluso el personaje más puro que podía conocerse, en algún momento, en algún instante, de manera ineludible, debía atravesar por los laberintos del érebol, los abismos de la oscuridad, el fuego del báratro. En su novela La Divina Comedia, bajo el argumento de que Virgilio había vivido antes de Cristo y murió sin bautizar, por ende era un pagano pecador, Dante le solicitó que lo acompañara en su descenso por los siete infiernos hasta llegar al purgatorio y finalmente encontrar la puerta de entrada al cielo. Especulaba que por su condición de pagano, Virgilio podría recorrer esos caminos sin causar demasiado alboroto. Efectivamente así resultó. Dante llegó a su destino y ni siquiera Virgilio pudo evitar transitar como todo mortal, al menos en una ocasión, por el hedor del averno.

No es necesario que aclare que Carlos Antanucci no era Virgilio, pero bien podríamos imaginar que “Agosto” fue el Dante que llevó a Carlos a sumergirse en un secreto tan inconfesable que recién 19 años después se hacía eco en otros oídos, los míos. Si así fuera, ya no habría mucho más por agregar, definitivamente estaríamos en condiciones de aseverar que agosto es un mes de mierda.

Capitulo V

Tuve la oportunidad de conocer a Verónica muchos años después de ese agosto de 1987, y debo confesar que todos los que la conocimos, anhelamos cortejarla alguna vez. Solitaria, secreta, silenciosa, era un enigma atrapante para cualquiera de nosotros. Durante el verano, vestía sus interminables piernas morenas que culminaban en angostos tobillos. Saberla en una reunión implicaba algún tipo de expectativa extra, obviamente no fundada. Nunca le conocimos un novio. Su pasividad sólo se alteraba cuando la sorprendíamos en una fiesta. Me recuerdo observándola a lo lejos, su baile cadencioso pero rítmico, y su mirada sostenida hasta el final cada vez que notaba que algún chico la observaba. Por alguna razón, nunca nadie de nuestro núcleo de amistades intentó jamás proponerle algo.

Antanucci nunca le pudo contar a su mujer ni a nadie acerca de esa tarde-noche. Agosto en 1987 era un mes aún más frío, y su departamento de soltero, donde todo ocurrió, sólo se calefaccionaba con una vieja estufa eléctrica que tiraba poco calor y lo acompañaba con un muy suave pero penetrante zumbido. En Belaustegui 1420 3º C contrafrente, Caballito, recibió la inesperada visita de Verónica, su futura cuñada.

Él le ofreció un café, ella le pidió algo más fuerte. Su mirada llevaba algo extraño, Carlos no estaba seguro si escondía un inminente llanto quebrado o una risa casi perturbadora. En la TV Brizuela Méndez comenzaba el noticiero con un testimonio del por entonces Ministro de Economía Juán Sorruile intentando defender el Plan Austral. Ella pidió que por favor apague el televisor, que necesitaba hablar con alguien y que ese alguien era él. Él le volvió a ofrecer café, ella le pidió una bebida blanca con tres hielos. Había más silencios que palabras y más tragos que miradas. Carlos comenzaba a ponerse ansioso, algo muy poco común en él. Intentaron hablar sobre unos discos que él tenía sobre su mesa, pero el intento no prosperó demasiado. Decidieron volver a llenar sus copas, más con la intención de tapar los baches de sonidos que de continuar bebiendo. Pasaron un par de tragos más, y olvidados del whisky y de todo, finalmente, ella le confesó su amor, un amor que llevaba años en secreto.

Sí, fue en agosto cuando Verónica decidió tras años de espera declararle sus sentimientos a espaldas de su propia hermana. Fue en agosto cuando Antanucci, sorprendido por la declaración, hizo una pausa de perplejidad, para que entonces ella, fruto del mal de todos pecados, aprovechase ese instante del tiempo-espacio para arrojarse sobre él.

Carlos se enojó, se enojó mucho, se ofendió, le corto el beso apretándola fuerte por las muñecas, la miró fijo a los ojos, como con odio y finalmente se abalanzó sobre ella, para después, un rato largo después, dos veces después, y una ducha compartida después, confesarle que Nadia era la mujer de su vida y que nunca jamás podría dejarla.

El gran secreto de la vida de Antanucci, era en Agosto, y Nadia nunca se enteró del mismo, ni siquiera ahora, octubre de 2006, a 3 años de haberse separado.

Capítulo VI

La investigación se había iniciado con una quizás tonta o caprichosa corazonada: mi historia con Vanina, o su historia conmigo.

Hay momentos en los que uno necesita saber lo que no se le declara, ni se le enuncia y ni siquiera se le sospecha. En los tiempos donde desconocía la existencia de otro agosto (el verdadero) intenté buscar respuestas al por qué de nuestra finita historia. A veces se me da por creer en los astros y la astrología, y en ese entonces me refugié en el lenguaje codificado del firmamento para intentar averiguar qué había sucedido.

Pero el resultado de mi búsqueda astrológica me llevaba siempre al mismo lugar. Me cuesta apartarme de la idea de que si las leyes de la astrología son ciertas, entonces también es cierta la ciclicidad infinita del universo. Si imaginamos que el destino de los hombres está regido por la posición de los astros, y si como todos sabemos los períodos planetarios son cíclicos, entonces también será cíclica la historia universal.

Si así fuera, mi historia con ella se repetirá innumerables veces y siempre de idéntica manera hasta llegar a agosto. Imagino, Vanina, que me verás entrando a tu casa infinita y cíclicamente, volverás a conocerme siempre en la misma noche de verano del mismo mes de enero del mismo año. Esa noche de escasas expectativas abrirás la misma puerta, verás mis ojos, yo te miraré hacia abajo, la luna iluminando tus plantas, las sombras ingresando por el balcón, mi remera verde, tus hombros, el azar permanentemente en el aire, ambos cuchicheando de eternas cosas... ¿Nos hemos conocido alguna vez en el pasado? Los mismos siete pasos que separan a aquel living de la habitación, tus manos extendidas sobre el placard, mis manos mirándote una y otra vez… E inevitablemente, volveremos a pasar por cada uno de los mismos estadíos. La atracción, algo parecido al amor, lo nuevo y/o lo diferente. Y volveremos a conocernos... Vos volverás a dudar de mi formación intelectual, yo volveré a dudar de tu capacidad de dar. Volverás a esgrimir tus constantes inquietudes y conocimientos, volveré a disfrazarme de chico de barrio. Volverás a pensarme con mil mujeres casi como una constante, y yo volveré a pensar que aún no coneguiste terminar alguna vieja historia de amor. Y al final, terminaré por caer en los laberintos de este agosto como espejos del tiempo.

En vano resultó mi refugio astrológico, siempre llegaba a los mismos lugares. Es que uno no puede escapar de lo que construye. El mapa de nuestro destino puede buscarse en los astros, pero también en un sólo instante congelado de nuestro presente. Platón decía que todo el pasado está en el ahora, así como también el porvenir. En un instante del presente converge el tiempo total de cada ser. Al abrir aquella puerta en aquel mes de enero, sin saberlo, dibujé el infinito pasado que me llevó hasta allí y también configuré nuestro finito porvenir. Mientras, a la par, vos hacías exactamente lo mismo.


Capitulo VII

Ya sabemos que hay dos agostos, y que el que nos tocó en suerte con Vanina, o mejor dicho el que me tocó a mí en suerte, es ese camino de agostos que jamás existieron, un cúmulo de omisiones desconocidas por mí. Aquel Black Jack de agostos que desdoblaba su juego, silencioso, frío, secreto.

Uno cree que es mejor desconocer ciertas cosas. Sin embargo, cuando se encuentra con una nueva realidad en retrospectiva, entiende que como dice el refrán nunca es mala la verdad, aunque no tenga remedio. Yo viví en un agosto equivocado, y todo lo producido en ese agosto era errado, lo mejor y lo peor, nada debió haber sido así. Pero hay más, el hecho de que haya dos agostos, y estar transitando el agosto errado, genera otro escenario, el de las palabras. Como explicarle a Vanina cuan incómodo me siento al mirar hacia ese mes, encontrar sus diálogos, y los míos también, y contextualizarlos dentro de la realidad ahora conocida.

Un mes después de dejar de vernos, recuerdo haberle consultado telefónicamente acerca de cuando pensaba conocer mi nuevo departamento de Paternal, si iba a esperar a estar casada para hacerlo. Mi “humorada” tuvo eco de otra humorada en sus palabras: “Qué sabés si no estoy en eso…”, me dijo. A mí me pareció un juego amoroso, un guiño de celos, a menos de tres semanas de separarnos no imaginaría un nuevo escenario de amor en su vida. Vanina siempre tuvo un espíritu muy adolescente, y ese diálogo, me pareció más de ese espíritu. ¿Si no qué otra cosa pudo haber sido? Jamás consideraría un trasfondo real en esa frase, hasta su ironía y acidez conocen de límites, nunca me diría socarronamente eso si realmente fuera cierto. Y yo sé que su costado maligno (que todos tenemos) está altamente desarrollado desde la palabra, en realidad como casi todos sus aspectos, siempre altamente desarrollados, para bien y para mal. Pero también es cierto, que ese costado no es más que la cristálida fragilidad interna que siempre visualicé en ella, esa necesidad o ese llamado urgente y a veces desesperado por ser querida, valorada, a veces abrazada y siempre deseada. Sin dudar un segundo en su persona, me convencí inmediatamente que sólo buscaba encontrar un escenario de celos en aquella declaración.


Capítulo VIII

Siempre hay dos agostos, y esa es una deuda que tendré eternamente contigo Vanina, sin tu presencia me hubiera resultado imposible descubrirlo. Por eso, ahora me animo a hablarte, varios meses después…

Capitulo IX

Escuchame Vanina: yo no sé por dónde andarás ahora, pero cómo me gustaría que leyeras esto. Sí. Porque hay cosas, palabras, que uno lleva mordidas adentro, y las lleva toda la vida. Pero una noche siente que debe escribirlas, decírselas a alguien porque si no las dice van a seguir ahí, doliendo, clavadas para siempre. Y entonces yo siento que tengo que decírtelo. Escuchame. Yo sé que hubo otro agosto, que quizás empezó en julio, o junio, o a mitad de agosto, no sé. La historia, ya sea de grandes o pequeños sucesos, es esa disciplina que nunca se puede empezar desde el principio.

Imagino, que si lo hubiera descubierto antes, mis reacciones e interacciones hubieran sido otras. Mi olvido, y su reverso, el recuerdo, hubieran tenido matices completamente diferentes. Quizás, con esa información, no hubiera perdido mi otro agosto, porque para mí también era agosto y yo también engañe, a la par de haber sido engañado.


Capítulo X

No sé si tu otro agosto se llama Marcos Velero o Martín Vázquez o Mariano Villaluzuriaga. Pero salvo eso, lo sé todo.

La luna siempre está observando. El viento me trajo otro escenario, me lo susurró, y le creí. La luna grande, no me olvido, blanquísima luna de octubre entre los árboles. El recuerdo de tu cara iluminada, desfigurándose de pronto. Sentí como una arcada que me estaba atragantando. Me ardían las manos. La verdad es que esta vez dolió, mierda si dolió, pero al rato me vi invadido por una extraña e inesperada sensación de alivio, me sentí despejado, quizás incluso satisfecho...

Heráclito decía que uno nunca se baña dos veces en el agua del mismo río, porque las aguas del río van cambiando. Pero propone una segunda mirada de la misma escena, y es que uno mismo es un río interno que cambia constantemente y que cuando regrese a la misma orilla para bañarse en ese mismo río, ya no será el mismo, él también habrá cambiado. Y con este mes de este año me sucedió exactamente eso.

Recorrí velozmente el nuevo agosto que había descubierto. Ahora el camino era otro, las ideas otras, las sensaciones y los recuerdos también, las personas eran otras aunque se observaran iguales. El piso era firme, no de barro, el aire ya no era denso, existían olores. Estaba en el mes indicado. Vos, Vanina, seguías estando al costado de un camino, aún bajo la luna llena, pero ya no eras la misma, tu rostro si era el mismo, pero tus gestos eran absolutamente otros, incluso el ángulo en el que se balanceaba tu pequeña cabecita era otro, el flequillo era mas largo, tus párpados caían más que de costumbre y el brillo de tus ojos era espeso. Nada era igual en ese agosto hasta entonces desconocido.

Escuchame Vanina: Yo sé que hubo otro agosto y es tan real como saludable saberlo. Pero lo que necesito que me escuches Vanina es que no me enoja ese nuevo agosto, sino que me llena de un sano olvido. Y no te juzgo por ese agosto, no te condeno, que si por mí fuera estarías absuelta de culpa y cargo totalmente, tampoco me siento con la moral necesaria (ni mucho menos) para ser yo quién juzgue actitudes humanas, en todo caso ese saco le calzará a otro.

Escuchame bien Vanina: Yo sé cómo y por qué sucedió todo, lo entiendo, es claro y va más allá de uno, del bien, del mal, de lo honesto, de lo noble o incluso de lo merecido.

Todo ocurrió por una obvia, invariable y simple razón:
Siempre hay dos agostos Vanina… Es la única e inconfesable manera de transitar por este mes turbio y apocalíptico de gente encarcelada en sus casas. Un mes de ventanas selladas, de personas que caminan rápido y ni se miran a la cara, de mañanas donde uno no quiere ni levantarse. Esta fue tu inevitable manera de transitar por este aciago mes. Y a mí, casi como un actor de reparto, pero quizás también con un dejo de justicia, me tocó en suerte hundirme en las sombras del ficticio agosto que configuraste, y del que recién hoy, domingo 20 de octubre de 2006, mientras termino de escribir estas últimas líneas, logro escapar.


Darío R.
Octubre
Registro: 211143

25 comentarios:

  1. …con todo y con el espeso calor del enero de estos lares, pude sentir el frío de tu agosto que, además, me hizo tiritar.
    Flor.

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  2. muy kureishi, me encanto el cuento!

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  4. Siento estar ahí mientras esos párrafos surgen, siento escalofríos por momentos, angustia, incertidumbre... y finalmente una especie de resignación de aceptar ese final, que no es el feliz que uno generalmente espera, pero es el que corresponde, porque ese agosto era cierto y lo mejor que pudo haber pasado fue descubrirlo.

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  5. Ay, para mí el final si es re feliz.
    Él sale del agosto que lo tenía atrapado y con alivio de haber salido.
    Me gustó sobre todo cada una de las aseveraciones a las que apela el cuento. La relación entre el progreso y el pecado, el tema del tiempo y lo cíclico, lo de chespirito también!
    y sí, me quedé con ganas de más también.
    quiero más cuentos yaya! valió la pena esperarlo tantos meses.
    Euge

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  6. Quién no tuvo dos o hasta tres agostos!
    Muy bueno y para mi es un final feliz también.
    Me atrapó el cuento del principio al fin.
    De todos modos, me quedé pensando en por qué tan corto el capítulo 8.
    Voy a mandar algun relato mío, debo esperar hasta el 1 de febrero?

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  7. Que lindo cuento. Lo leo en el colectivo y me emociono. En serio.
    Me suena que viví alguno de esos agostos falsos malditos.
    Un gusto leerte Dario.
    No soy de las intelectuales que estudian letras... y escribo desde un estúpido celular, pero un gustazo leerte...
    Vane

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  8. Suelo elegir y defender a los artistas que logran conmoverme y cuando los descubro los apropio y atesoro en mi colección de cosas más preciadas que hecho a mano cuando necesito, porque logran sacarme una sonrisa en los días más oscuros o hablan por mí cuando quiero expresar mi ira. En estos pocos minutos que transité tus Agostos lograste conmoverme. Chapeau Monsieur Antonin

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  9. Yaya, excepcional tus "Siempre hay dos agosto". Transistas el eterno dilema del hombre, la eterna dicotomia, la duda que nos permite pensar y elegir abrir el juego y no arriesgar... o todo lo contrario.
    Excelente. Una divina sorpresa y te pido que me prestes la frase: "El pecado, como el progreso, a veces sólo es una cuestión de oportunidades". Brillante.!!!!
    Das ganas de escribir.
    Ale Abra

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  10. muy bueno el final del capítulo 5, como juega con lo que el creía en el 87 que era para toda la vida, en realidad, muchos años después, ya había terminado, me encantó esa manera de representar el finitud de las ilusiones.

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  11. Me gustó mucho como el estilo de introducir otra historia dentro de la historia y el manejo de los suspensos.
    si quiero participar del concurso dónde envío el relato?
    Marcos

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  12. Darío, leí atentamente tus líneas. realmente me gustó mucho, y a partir de allí se dificulta juzgar objetivamente. Sin embargo, creo que en líneas generales el relato esta muy bien, incluso con una extensión casi justa, atrapa pero no cansa con viretes innecesarios. Lo único que me resultó al menos reiterativo es la idea de lo "sospechoso", tal vez fue a próposito.
    Si salen más líneas divinas, no dudes en avisarme.
    beso desde el calor agobiante de rosario!
    sil.-

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  13. Muy bueno!
    Este cuento particpa del concurso? Porque es más extenso.
    Qué es DGR?

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  14. me gustó tu cuento!! me gustan los adjetivos calificativos que usás. me divierten. me gusta cuando un cuento me diverte y no deja de ser triste o terrible. Me gusta identificarme con el narrador. Me gusta lo que se cuenta, y el escuchame querida...que es desesperado. Siento que no importa tanto el final, como el motivo que lleva a la sensación de los dos agostos y todo el desarrollo y explicación que viene con eso. Así que a por más cuentos!

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  15. tu forma de escribir me llevó a sentarme en la mesa con carlos y casi escucharlo contamre su historia. a vanina la veo, la estoy viendo mirarte a los lejos. muy buen descubrimiento el de los dos agostos. adhiero. siempre hay dos caras, porqué no.
    un beso!

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  16. Sí! Definitivamente adopto tu teoría. Ay! que sí.
    Y me hiciste recordar agostos míos. Agostos de otros, que uno lleva por la vida como agostos propios. Agostos todos, que pesan en la conciencia.
    Y me pongo a pensar en lo que decís de "quién puede resultar culpable en agosto"? Aún sabiendo que todo lo producido fue errado. Y llego a concluir que deberíamos entender a agosto como la inimputablidad de nosotros mismos, como circunstancia eximente. Por la misma coyuntura de la que hablás. El frío y las preguntas de "¿cómo sería?". Y pienso convencida: "Nos exculpa". Y al rato me pregunto: "¿Nos exculpa?".
    Por esa razón digo "debería" porque ello no sucede así. Al menos a mi, no me sucede así. Ya que nadie está exento de visitar los pasillos del infierno. Al menos una vez, como bien decís. Porque coincido en que para que dejen de doler nos vemos obligados a confesar, aún sabiendo en nuestro interior que no somos culpables de los agostos. Pero ahí reside el descanso de la conciencia. Y la verdad descansa.
    Me encantó.
    "alu"

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  17. increible!!!! Me gusto muchisimo!!! las referencias historicas, la ubicacion perfecta en tiempo y espacio, el juego con el concepto original de dualidad, de impunidad.
    Me hizo enfrentar con imagenes, recuerdos, todos somos escensarios opuestos.
    A seguir escribiendo

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  18. La nostalgia es inevitable al leerlo, cada uno tiene sus propios Agostos a cuestas y todos hemos estado alguna vez con el abismo bajo los pies, dudando si dar un paso al frente o tres atrás. La dualidad de las cosas siempre ha sido un tema "curioso" por decirlo de alguna forma, ya que saca lo que está en nuestro fondo más absoluto, creo que se expone maravillosamente.... y el eterno retorno, simplemente delicioso, aunque duele un poco, hay que reconocerlo. Un espejo, como el de Alicia, eso fue lo que pensé, (tal vez también se cayó en agosto, quien sabe), la cosa es que el recuerdo fue inevitable, de todos modos coincido con otros en que es un final feliz, después de todo el saber es siempre mejor que vivir en sombras o dudas, o espejismos. Amé la forma de escritura, hasta podía escucharla narrada con ese acento tan típico que me fascina, a media vos. Intenso hasta el final, hace tiempo que no leía algo así.

    Saludos desde este lado de los Andes

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  19. Lo que más me gusto es la introducción de otra historia dentro de la historia. Bueno manejo de los suspensos, pero hay un tema de estilo en la narración. Igualmente, muy buenas frases que le dan mucho vuelo al relato, que atrapa en el final y en el comienzo de cada capítulo.
    No entiendo el tema de la extensión del cuento con relación a la premisa del concurso.
    Expliquenme.
    Gracias
    Fernando

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  20. Me gustó mucho!

    Pienso en la contracara de todas las situaciones que vuelven a iluminarlas desde otro ángulo cuando el tiempo pasa y las emociones, innevitablemente, cambian.

    En esos secretos que podrían interrumpir, a veces lo hacen, el curso de cualquier historia que aparenta ser lineal...

    Voy a tener mucho cuidado en agosto! Y de última, me calmaré pensando en ese otro no manifiesto que espera su momento.

    :)

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  21. Hasta las lagrimas ... sin embargO descOnfiO del cOmienzO ... CreO sinceramente q el primer parrafO nO t lleva a querer mas ... Es mas alla de las primeras lineas q se cOmienza a querer saber ... Interesante cOnfusiOn cOn discursOs diferentes, sOlO para entendidOs .

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  22. Atrapante, como se dileta la historia principal, la descripción de lo cíclico, realmente logró generarme la angustia y la satisfacción, sin aburrir y con vueltas muy educativas! Ojalá ganeééé!

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  23. Al principio me costó conectarme, después me atrapó y me produjo algo en el pecho que podría describirse como ansiedad e intriga (escuchando a Tom Waits de fondo realmente se me hizo agosto el enero).

    Cuando terminé de leerlo, me hizo pensar en mis agostos vividos. Los enfoqué mas que nada en mis cumpleaños, los 18. Concluí pensando y sintiendo que siempre fueron encerrados, ardientes y fríos a la vez..

    Ojalá gane!
    Salú!
    María Gracia.-

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  25. me gusto bastante, puedo decir que la parte de carlos y su 147 y su secreto me distrajo un poco y me costo conectar, pero después me entretuvo y me sentí un poco identificada con algunas cosas.

    yo tengo un abril muy tu agosto.
    y me pone nerviosa la situación de que, verdaderamente, todo tiene dos caras. esta bueno, pero a la vez intriga, todo tiene una puta cara que no conocemos, es a la vez atrapante y da miedo.no?

    beso :)

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